•miércoles, abril 07, 2010
CON EL LENGUAJE DE JESÚS
MODALIDADES DEL LENGUAJE CATEQUÍSTICO

Si bien la catequesis es un lenguaje eclesial al servicio de la fe, tiene también sus modalidades propias mediante las cuales expresa el misterio de Dios y el misterio del hombre. A lo largo de la Edad Media y prácticamente hasta comienzos de nuestro siglo utilizó en forma preferen¬cial un lenguaje doctrinal, magistral, de marcado dogmatismo. El lenguaje bíblico, privilegiado en los primeros siglos de la Iglesia quedó por mucho tiempo en la penumbra. Igual cosa se diga del lenguaje litúrgico, que solo entendían los expertos y quienes estudiaban el latín.
La catequesis actual, gracias al movimiento de renovación, se esfuerza por hablar un lenguaje comprensible al hombre de hoy. Quiere utilizar los medios masivos de comunicación y la dinámica de grupo como vehículos del mensaje cristiano. Actualiza sus métodos y renueva los textos y demás ayudas educativas, con el propósito de llegar en forma más eficiente a los catequizandos.
Ahora bien, el lenguaje catequístico no es uno solo; es la síntesis de muchos lenguajes, tantos cuantos exige la gran variedad de personas a las que debe llegar y la riqueza del mensaje que debe anunciar. Nos referimos a los más importantes.

El testimonio del catequista

El testimonio del catequista es un elemento insustituible en la transmisión fiel y eficaz del mensaje. Hollander, dice del catequista que es el mejor material pedagógico y comenta:
La enseñanza religiosa exige de quien a ella se consagra una profunda convicción.
Se trata de vivir intensamente las verdades que se quieren comunicar. De lo contrario, las palabras que pronuncian los labios, sin fuerza y sin calor, serán impotentes para conmover y convencer.
El hombre moderno se fía más de los hechos que de las palabras; quiere ver, palpar, comprobar. En el campo de la fe, esto es posible mediante el testimonio de los cristianos comprometidos. Por esto, afirma Pablo VI:
Para la Iglesia, el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites, El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enserian; o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio.

El lenguaje de los acontecimientos

Dios habló a la humanidad e hizo visible su proyecto salvador en la historia de un pueblo, mediante acontecimientos liberadores. Su metodología sigue vigente en nuestros días; la historia se repite por medio de su Iglesia, nuevo Israel; cada hombre, cada creyente debe recorrer el itinerario del Padre de la fe y todos los que lo siguieron, hasta culminar la búsqueda de Dios en la persona de su propio Hijo, Jesucristo.
Dios nos sigue interpelando en los hechos de cada día, nos invita a construir nuestra historia y la historia del mundo según el designio de su providencia. La catequesis debe concientizar a los cristianos, para que lean e interpreten esta forma de lenguaje y se comprometan activamente siguiendo los pasos de Jesús en el proyecto salvador de Dios. La auténtica interpretación de los acontecimientos y el designio salvador de Dios, sólo es posible con la luz del Espíritu.
El Espíritu de Dios impulsa al pueblo de Dios en la historia a discernir los signos de los tiempos y a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres humanos, el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la sociedad, para hacerla más humana, justa y fraterna.

El lenguaje de la comunidad

La comunidad es el signo visible de la presencia de Cristo. "En esto conocerán que ustedes son mis discípulos, en que se aman unos a otros como los he amado". La catequesis hace resonar ese mensaje de amor presente y operante en la comunidad cristiana.
Cada comunidad particular, encarna y hace visible la fe de la Iglesia uniiversal; en cualquier situación del tiempo y del espacio, el hombre se pone relación con Cristo, mediante su comunidad local; ahora bien, la catequesis es uno de los medios para establecer esa relación.
Toda comunidad particular está ligada estructural y existencialmente a la parroquia, lugar privilegiado de la evangelización y de la catequesis. Así afirma Juan Pablo II, cuando dice:
Sin monopolizar y uniformar, la parroquia sigue siendo el lugar privilegiado de la catequesis. Ella debe encontrar su vocación, al ser casa de familia, fraternal y acogedora, donde los bautizados y los confirmados tomen conciencia de que son pueblo de Dios. Allí el pan de la doctrina y el pan de la Eucaristía son repartidos abundantemente en el marco de un solo acto de culto. Desde allí son enviados cada día a su misión apostólica en todas las obras de la vida del mundo.

El lenguaje de los métodos

La eficiencia del método catequístico depende no tanto de su valor técnico, cuanto de su identificación con el misterio salvador de Dios que busca la transformación del ser total del hombre. Todo método catequístico debe impregnarse de la mística del creyente, que va mucho más lejos de la simple información, o de la funcionalidad de las técnicas.
El método catequístico se inspira en el Evangelio, en el método de Jesús, que dialogó con la gente en forma sencilla, respetando sus esquemas culturales, respondiendo a sus expectativas; que anunció la buena nueva, una respuesta a las esperanzas de liberación definitiva de su pueblo.
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la Bue- na Nueva a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos, dar la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y anunciar el año favorable del Señor".
Jesús comprometió en esta empresa su vida entera; tal fue su método. No de otra manera debe obrar el catequista en su acción evangelizadora, comprometiendo su vida, su capacidad de donación, de servicio y entrega, expresado en una manera de hacer y transmitir el mensaje, el amor hacia su Señor y Maestro.

CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE CATEQUÍSTICO

Queda claro, que el lenguaje catequístico no es uno solo. Hay múltiples maneras de interpretar y transmitir la palabra de Dios. De igual manera, no podemos reducir a una sola la múltiples características de ese lenguaje. Co¬mentaremos las principales, a sabiendas de que pueden existir otras.

a. Lenguaje inteligible

Afirmar que el lenguaje catequístico debe ser inteligible, parece ingenuo y simplista; sin embargo los catequistas lo olvidamos con frecuencia. Habla¬mos más para nosotros que para los demás, pensamos que ellos tienen nuestra cultura, nuestros criterios y nuestras claves de lectura. Nuestro lenguaje debe ser comprensible no sólo por su claridad, sino también por su sencillez y sinceridad.
La claridad en el lenguaje es fruto de la comprensión del mensaje por parte del catequista, pero además de la adaptación del mismo a la situación cultural y anímica del oyente. Para que el catequista se haga comprensible inteligible no sólo debe hablar con claridad, debe además escuchar con atención a sus interlocutores y adaptar su mensaje a las interpelaciones y su creencias que reciba de ellos.

b. Lenguaje concientizador

La concientización es un proceso de reflexión sobre sí mismo y sobre la vida; descubrimiento de los propios valores y antivalores; cuestionamiento las situaciones alienantes de nuestra sociedad. Confrontación de todas realidades con el mensaje evangélico, para suscitar actitudes de conversión.
Si la catequesis adopta el lenguaje concientizador, motivará relaciones fraternales entre las personas, actitudes de solidaridad en la promoción inte¬gral del hombre y un compromiso efectivo en la creación de una sociedad más justa.
Este lenguaje es la forma lógica de expresar en la línea de la fe, la leg¬ra de la realidad del mundo actual y los signos de los tiempos.
Hasta cuando nuestro continente no había sido alcanzado ni envuelto por la ver¬tiginosa corriente de cambios culturales, sociales, económicos, políticos y técni¬cos de la época moderna, el peso de la tradición ayudaba a la comunicación del Evangelio. Lo que la Iglesia enseñaba desde el púlpito era celosamente recibido en el hogar, en la escuela y sostenido por el ambiente social. Hoy ya no es así. Lo que la Iglesia propone es aceptado o no en un clima de más libertad y con marcado sentido crítico".
Esta afirmación de Puebla apoya la urgencia del empleo de un lenguaje concientizador en la catequesis.

c. Lenguaje inspirado en el amor
El amor es la máxima experiencia de la vida, la dimensión más profunda la relación interpersonal. Pero amar de verdad es tarea difícil, porque compromete todo el ser, toda la vida. El amor acepta al otro tal cual es, lo ayuda a realizar su propia identidad, respetando sus valores y limitaciones.
El lenguaje catequístico se inspira en el amor cristiano, dimensión oblativa del amor humano; confiesa el respeto a la otra persona, pero además acepta a los demás como amigos, como hermanos. El catequista, más maestro, es amigo de sus catequizandos; y esto lo debe manifestar con obras, con actitudes, con hechos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Lo llamo mis amigos porque les he dado a conocer todo lo que el Padre me ha dicho.

d. Lenguaje dialogal

El encuentro de dos personas amigas establece entre ellas un diálogo, una reciprocidad de comunicación; palabras que no son puro verbalismo, sino fruto de la reflexión y motivación para la acción.Dialogar es escuchar a la otra persona con benevolencia, con humildad. Dialogar es expresar nuestra fe, nuestra confianza. Dialogar es criticar, cuestionar, pero sobre todo sintonizar, simpatizar, sentir con los demás. El lenguaje catequístico debe ser dialogal. No de otra manera se comunicó Cristo con los hombres de su tiempo; no de otra manera se estructura la evangelización en el mundo actual.
En toda evangelización resuena la palabra de Cristo, que es palabra del Padre, Esta palabra busca la respuesta de fe. Por eso, la misma palabra proclamada por la Iglesia entra en fecundo intercambio con las manifestaciones religiosas y culturales características de nuestro mundo pluralista. Esto es el diálogo, que tiene siempre un carácter testimonial, en el máximo respeto a la persona y la identidad del interlocutor.

e. Lenguaje vivencial

Si la fe es un modo de vida, el lenguaje que la expresa y comunica debe ser igualmente vivencia. La Iglesia, sacramento de Cristo, propicia este lenguaje brindando al cristiano la oportunidad de experimentar la acción salvadora de la palabra y de los ritos sagrados, mediante la experiencia y contacto directo con ellos.
En las relaciones interpersonales es más expresivo el lenguaje del gesto que la palabra, dice más una actitud que muchas expresiones, convence más un modo de vida que muchas teorías sobre el comportamiento. Este lenguaje válido a nivel humano, lo es con plena razón en la dimensión de la fe y la catequesis. El contacto directo con la palabra de Dios, con los gestos y ritos sacramentales, con la vida de auténticos cristianos, son formas de lenguaje eclesial, que la catequesis debe asumir y hacer suyos.

f. Lenguaje liberador

El lenguaje liberador está al servicio de hombres críticos, que analizan conscientemente el mensaje, "que no tragan entero", como se dice en el argot popular.
El lenguaje liberador incentiva la creatividad. La palabra no es el único medio de expresión aunque haya sido el medio privilegiado durante largos siglos. Si toda la persona es un mensaje, debe poner en juego todas sus potencialidades de expresión y comunicación.
El lenguaje liberador está al servicio de la promoción humana y social: criticando las estructuras deshumanizantes, concientizando al individuo sobre sus propias alienaciones y sugiriéndole posibles caminos de superación.
El lenguaje liberador está al servicio de la profundización y maduración de la fe, como expresión de los auténticos valores humanos y como un camino de búsqueda de Dios, en las situaciones históricas que actualizan su designio salvador.

EL LENGUAJE DE JESÚS
Una vez más tenemos que volver a la persona del Maestro, modelo del catequista y meditar brevemente en las características de su lenguaje.
• El lenguaje de Jesús es ante todo existencial, hecho no sólo de palabras sino de gestos, de actitudes y sobre todo animado por el amor. "Anímate hija; has sido curada porque creíste", le dice a la hemorroisa".
Viendo ante sí a sus apóstoles y a la muchedumbre de gente sencilla, dedica su más cálido elogio: "Felices ustedes, los pobres, porque el reino Dios les pertenece""
• Qué decir del testimonio de vida que dio el Salvador. Desde que tomó carne humana, hasta que entregó su espíritu tuvo como única preocupación hacer la voluntad de Dios. “Padre, exclama en momentos de angustia, si es posible líbrame de este trago amargo, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”).
• Jesús utilizó magistralmente el lenguaje del acontecimiento. Anunció el "pan de vida", luego de multiplicar el pan para saciar el hambre da la multitud. Con qué palabras ponderar la catequesis del acontecimiento que Jesús realiza en su encuentro con la samaritana, sedienta de agua y de amor.
• Jesús concientizó a sus oyentes. Con argumentos sencillos para los humildes: "Miren las flores del campo que no trabajan ni hilan; ni siquiera Salomón con su lujo se vistió como una de ellas”. Con loa intelectuales usó argumentos escriturísticos y razonamientos lógicos. "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, dice al maestro de la ley, el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que quien cree en El tenga vida eterna".
• Jesús dialogó con toda clase de personas, pero sintonizó mejor con los humildes, los pobres, los marginados, los niños. Con estas personas se sintió en su ambiente, obtuvo de ellas un feed-back gratificante. Quienes presenciaron la curación del paralítico, "alabaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres". "Señor, dice Simón Pedro después de que Jesús tuvo una discusión con sus compatriotas, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna".
Reservó sus momentos más íntimos de diálogo para los apóstoles; con ellos llegó al nivel de la confidencia y la ternura: "Ustedes han estado siempre conmigo en mis pruebas. Por eso yo les doy a ustedes un reino como ml Padre me lo dio a mí"
"Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen unos a otros como yo los he amado. En esto conocerán los demás que ustedes son mis discípulos".
• El lenguaje vivencial, se hace en Jesús, Sacramental. Los momentos más íntimos de su misión salvadora los vive con sus apóstoles en clima de oración, de meditación y celebración. Culmina su misión profética con la Cena Eucarística. Vivida la resurrección, los apóstoles se juntan para orar, compartir el pan de Jesús y así renovar la muerte y la resurrección del Salvador.
• Jesús habló el lenguaje del amor con los hechos, amando a toda clase de personas, por encima de toda consideración social, en forma gratuita, sin esperar recompensa. Llevó su amor hasta lo imposible (humanamente), hasta amar y perdonar a los enemigos, hasta dar la vida por todos.
• Así cumplió Jesús su misión de salvar y liberar al hombre de toda forma de mal, en especial de la muerte y del pecado. Jesús amó al hombre pero denunció y luchó contra toda forma de opresión. Amó y perdonó al pecador, pero denunció y luchó contra toda forma de pecado. Por salvar al hombre, se hizo hombre, sufrió el dolor y la muerte, pero resucitó glorioso al tercer día. La Iglesia continúa hoy su misión salvadora, animada por el Espíritu y su ejemplo de vida. "Como me enviaste a mí entre los que son del mundo, así también yo los envío a ellos entre los que son del mundo. Por causa de ellos me consagro yo mismo, para que ellos sean consagrados por medio de la verdad".



Luis Vallejo Bolaños: “Jesús el maestro: Pastoral catequética”. Universidad Santo Tomás. Bogotá. 1990. P. 187-194



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