•sábado, mayo 22, 2010
Hoy celebramos Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo y el comienzo de la Iglesia. Cincuenta días después de la Pascua, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, iluminándoles y haciéndoles valientes para llevar a cabo la misión de Jesucristo, «Vayan por todo el mundo» (Mc 16,15) y «hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado» (Mt 28,19-20).
Así pues, hoy recordamos aquel día. Pero no nos equivoquemos, el Espíritu Santo se derrama, sobre la humanidad entera, cada día, a todas horas, en todo momento, solo que quizás nosotros no estamos abiertos a recibirlo en todo momento, y para llenarnos de Él necesitamos de esa apertura, estar dispuestos.
Por tanto miremos el día hoy como el desafío a navegar mar adentro, y desde nuestras dudas, miedos, cansancio y debilidades, contagiar a nuestra sociedad la alegría de la Salvación de Jesucristo, con la certeza de que sólo en Él está el manantial de nuestra esperanza.

•lunes, mayo 17, 2010
Hoy quiero hablar del demonio.
Muchas veces, los que estamos en este camino de Fe que es seguir a Cristo, cometemos un grave error, querer olvidarnos del demonio, no tenerle presente, y esto es un grave error. Él está pendiente de nosotros en todo momento, no nos olvida ni un segundo, está siempre esperando a encontrarnos un poquito más débiles, encontrar un pequeña grieta en nuestra fe, para entrar por ella, para sembrar en nosotros dudas, desgana, apatía, y de un zarpazo destruir todo lo que el Espíritu Santo ha puesto en nosotros.
Otro error es querer ponerle una cara, ¡no! él jamás nos va a mostrar su verdadera cara, esa que nosotros le ponemos... fea y desagradable, esa tan sólo podremos verla si caemos en sus redes, cuando estemos hundidos, entonces si nos mostrará su verdadera cara, pero no antes. Antes nos va a mostrar cualquiera de sus mil caretas, cualquiera de sus mil disfrazes, en apariencia todos amables, agradables, tentadores. Por eso siempre tenemos que estar alertas.
En el camino de la Fe, avanzar cualquier pasito cuesta muchísimo, cuesta mucho construir, sobretodo en este tiempo que estamos viviendo, en el que la persecusión a la Iglesia está siendo tan fuerte, en el que el demonio está moviendo tan bien sus hilos. En estos momentos, más que nunca, debemos hacernos fuertes y luchar. Luchar para que él jamás pueda apoderarse de nuestra voluntad, de nuestras vidas. Tenemos que luchar para que nuestras parroquias sigan siempre adelante con una fe viva, guiadas por el Espíritu Santo.
A continuación una oración de súplica por la unidad de la Iglesia:

Dios Padre, envíanos tu Misericordia,
para que tu Santo Espíritu haga desaparecer
las divisiones en la Iglesia.
Padre envíanos al Espíritu de Unidad para que
vivamos unidos a Jesucristo.
Padre enséñanos a amar
con el corazón de tu Hijo Jesucristo,
para que todos seamos uno
como Tú Padre eres uno con Cristo y con el Espíritu.
Danos la gracia de la unidad,
que cada persona busque la unidad en la familia,
en la escuela, en el trabajo,
que hagamos a un lado nuestro egoísmo
y aprendamos a vivir en el amor.
Señor, danos la gracia de ser amables,
que demos una sonrisa,
o un buenos días con simpatía a
todos los que nos rodean.
Que todos los que se crecen por nuestro camino
puedan ver en nuestro rostro, Tu rostro Señor Jesús.
Enséñanos a amar con tu corazón.
Padre, danos la gracia de la unidad,
de la amistad y de la caridad.
Amén.


Mari Loli.