•miércoles, abril 21, 2010
Aférrate a la fe porque es la fuente de la creencia de que todo es posible. Es la fibra y la fortaleza de un alma confiada.

Aférrate a la esperanza porque destierra la duda y da lugar a actitudes positivas y alegres.

Aférrate a la confianza porque se encuentra en el corazón de las relaciones fructíferas que son seguras y satisfechas.

Aférrate al amor porque es el don mas preciado de la vida, porque es generoso, se preocupa y da significado a la vida.

Aférrate a la familia y a los amigos porque son las personas más importantes en tu vida y porque hacen del mundo un lugar mejor. Ellos, son la vida que ha crecido con el tiempo para alimentarte, ayudarte a seguir tu camino y permanecer siempre cerca de ti.

Aférrate a todo lo que eres y a todo lo que has aprendido, porque esto es lo que te convierte en un ser singular. No menosprecies lo que sientes y lo que crees que es bueno e importante; tu corazón te habla con más fuerza que tu mente.

Aférrate a tus sueños, alcánzalos de manera diligente y honrada. No tomes nunca el camino más fácil ni te rindas ante el engaño.

Recuerda a otros en tu camino y dedica tiempo para atender sus necesidades. Disfruta de la belleza que te rodea. Ten valor para ver las cosas de manera diferente y más clara.

Haz del mundo un lugar mejor día a día y no te olvides de las cosas importantes que dan significado a tu vida.



Fuente: encuentra.com > Ricardo Renán
•martes, abril 20, 2010
A veces me ha pasado que leyendo algún pasaje de la Biblia, me he quedado un poco perdida, sin llegar a entenderlo del todo. Esto es porque en las Sagradas Escrituras se usan palabras, frases y gestos, que en la época en que fueron escritas, tenían un significado distinto al que hoy podemos darle.
Investigando un poco en diversas fuentes, he ido encontrando algunas explicaciones a algunas de estas expresiones.
A partir de hoy, poco a poco, voy a ir poniendo este, llamémosle "diccionario bíblico" en el apartado "más páginas del blog", a la izquierda de la página.
Por supuesto queda abierto a vuestra colaboración.
•martes, abril 20, 2010
Se cuenta lo siguiente de un monje ermitaño, es decir de una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia.

Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer. La gente no entendía cómo era posible que tuviera tanto trabajo en su retiro.

A lo que les contesto: " Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cagar un asno y someter a un león".

No vemos ningún animal cerca donde vives. ¿ Dónde están todos estos animales?. Entonces el Monje dio una explicación que todos comprendieron: "Estos animales los llevamos dentro".

Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que entrenarlos para que sólo se lancen sobre presas buenas... SON MIS OJOS.

Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir... SON MIS MANOS.

Y los dos conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta... SON MIS PIES.

Lo mas difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentre encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño... ES MI LENGUA.

El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día... ES MI CUERPO.

Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso... ES MI CORAZÓN.


Autor desconocido
•lunes, abril 19, 2010
Mi San Expedito de las causas justas y urgentes,
intercede por mi junto a Nuestro Señor Jesuscristo,
para que venga en mi socorro en esta hora de aflicción y desesperanza.
Mi San Expedito tú que eres el Santo guerrero.
Tú que eres el Santo de los afligidos.
Tú que eres el Santo de los desesperados.
Tú que eres el Santo de las causas urgentes,
protégeme, ayúdame, otorgándome: fuerza, coraje y serenidad.
¡Atiende mi pedido! (hacer el pedido).

Mi San Expedito, ayúdame a superar estas horas difíciles,
protégeme de todos los que puedan perjudicarme,
protege a mi familia, atiende mi pedido con urgencia.
Devuélveme la Paz y la tranquilidad.
¡Mi San Expedito! Estaré agradecido por el resto de mi vida y
propagaré tu nombre a todos los que tienen Fe.
Amén.

•lunes, abril 19, 2010
Vivió a principios del siglo IV bajo el imperio de Diocleciano, emperador que años más tarde lo mandaría a matar, y era el comandante de una legión de soldados romanos.

A pesar de defender al Imperio Romano de los Bárbaros Asiáticos, cierto día fue tocado por la gracia de Dios y recibió la Luz Divina; este episodio cambiaría para siempre su vida convirtiéndose inmediatamente al cristianismo.

Al momento de su conversión, un cuervo se hizo presente simbolizando al Espíritu del Mal y le dijo Cras... Cras... Cras... , (lo que en latín siginifica Mañana ... Mañana... Mañana...) intentando persuadirlo en la misma hora de su conversión al Cristianismo a que lo dejara para después. San Expedito reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con su pie derecho mientras exclamaba Hodie... Hodie... Hodie (que en latín significa Hoy... Hoy... Hoy... ) no dejare nada para mañana, a partir de hoy seré Cristiano.

El 19 de abril de 303 DC, por orden del Emperador Diocleciano, fue sacrificado en Melitene, sede de una de las Provincias Romanas en Armenia junto con sus compañeros Caio, Galatas, Hermogenes, Aristonico y Rufo.

Por su historia es que San Expedito es un Santo que atiende los casos urgentes, en este mismo momento; los casos que, de producirse una demora, habría un gran perjuicio. Pero este santo Patrono, no atiende para ser venerado, sino para que en acción de gracias nos acerquemos a Dios, sin postergaciones, siguiendo su ejemplo; y en el caso de haber efectuado alguna promesa, él también nos pide presteza en cumplir aquello que le fue prometido.

San Expedito es reconocido por el Don que Nuestro Padre Misericordioso le dio para resolver nuestras necesidades en formas urgente pero también es Patrono de los Jóvenes, Socorro de los Estudiantes, Mediador en los Procesos y Juicios, Salud de los Enfermos, Protector en los Problemas de Familia, Laborales y Negocios, pudiendo ser invocado en otros casos.
•domingo, abril 18, 2010



Sumo, glorioso Dios,

Ilumina Las tinieblas de mi Corazón

 y dame fe recta,

Esperanza cierta 

y perfecta Caridad,

Conocimiento y Sentido, Señor,

PARA QUE cumpla

 tu santo verdadero mandamiento..

•domingo, abril 18, 2010
Si el objeto último de la devoción a María es honrar a Dios y, con El y por El, a su Santísima Madre; el fruto que esa devo ción produce, hace que el hombre mismo se beneficie con tan pródigos y tiernos cuidados que tiene la Virgen María para con sus hijos.

Los frutos de la devoción a la Santísima Virgen son los siguientes:

a) Quienes la honran obtienen una mayor benevolencia de parte de María. Ella por su gran poder de intercesión, consigue mayores gracias de Dios para que vivan mejor su vida cristiana, conduciéndolos hasta las cimas de la santidad. Ella es la Reina de los santos

b) A los pecadores, que junto con el deseo de enmendarse la honran y se ponen bajo su protección, les alcanza la gracia de la conversión y no dejará de socorrerlos y de conducirlos a Dios. Ella es Refugio de los pecadores.

c) A quienes la invocan confiada y perseverantemente, María puede alcanzarles la gracia de la perseverancia final, don inestimable, como lo llama San Agustín. Y, por eso, le pedimos en el Ave María: "ruega por nosotros... en la hora de nuestra muerte". Ella es Auxilio de los moribundos.

d) Finalmente, si tenemos en cuenta que la devoción a María se deriva de la fe en la Encarnación redentora, a mayor fe, mayor devoción y, en consecuencia, se confirman en la Iglesia los fundamentos de la fe y se desvanecen las herejías. Santa María es Madre de la Iglesia.

•domingo, abril 18, 2010
¿Qué sabemos de Jesús de Nazaret? “Le pondrás por nombre Jesús”.  En la Biblia los nombres expresan la realidad de las personas, y los antiguos hombres hebreos evocaban generalmente alguna faceta o aspecto de la intervención benéfica de Dios a favor de los hombres. Jesús, forma abreviada de Josué, significa “Yahvé ayuda”, que popularmente se tradujo: “Yavé salva”; el niño que está apunto de nacer “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21).

Jesús era judío. Su madre era María. Su patria era Galilea, una región agraria, semipagana, despreciada por muchos judíos. Su lengua materna es el arameo, aunque es probable que Jesús tuviera algún cocimiento de hebreo bíblico, tanto como para entender y citar las escrituras, pero no parece que lo hablara regularmente en la conversación ordinaria. En su casa se hablaba en arameo y sus primeras palabras para llamar a sus padres fueron abbá e inmá. Fue sin duda la lengua en que anunció su mensaje, pues la población judía, tanto de Galilea como de Judea, hablaba el arameo en la vida corriente.

El primer dato de la vida de Jesús es que nace probablemente en Nazaret. Jesús no era un desconocido. La gente sabe que se ha criado en Nazaret. Se conoce a sus padres. Es hijo de un artesano. Le llaman Jesús, Jesús, el Nazareno”. Nace durante el reinado del emperador romano Augusto, ciertamente antes de la muerte de Herodes el Grande, que tuvo lugar en la primavera del año 4 a. C. No es posible precisar más la fecha exacta de su nacimiento. En el mundo antiguo casi nadie sabía la fecha de su nacimiento, porque no importaba. Por consiguiente, probablemente Jesús tampoco lo conocía.

La predicación de Jesús es: el Reino de Dios es inminente. Juan Bautista predicaba: “la ira de Dios está cerca” (Cf. Mt 3, 1-12). Jesús predica algo distinto: el Reino de Dios está a punto de llegar”. Algunos de los discípulos de Juan se unen a Jesús, y éste comienza su predicación por la región, en torno a Cafarnaúm, ciudad importante como centro comercial de pesca unto al lago de Galilea.

La proclamación del Reino y la lucha por él va a da lugar a la conflictividad de la vida de Jesús. Todos los evangelistas coinciden que Jesús murió en viernes, “día de la preparación”, “víspera del sábado”. Jesús murió crucificado probablemente el 7 de abril del año 30 y fue el prefecto romano Poncio Pilato quien dictó la orden de su ejecución. Puestos a señalar una fecha concreta, diríamos que su crucifixión tuvo lugar el 15 del mes de Nisan, que sería el 7 de abril en nuestro cómputo actual (todavía celebramos la semana santa siguiendo el calendario lunar – el sábado siguiente al primer plenilunio primaveral-). Y es posible verificar históricamente que, entre los años 35 al 40, los cristianos de la primera generación confesaban con diversas fórmulas una convicción compartida por todos y que rápidamente fueron propagando por todo el Imperio: “Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos”.

A la luz de la resurrección, estos hombres volvieron a recordar la actuación y el mensaje de Jesús, reflexionaron sobre su vida y su muerte, y trataron de ahondar cada vez más en la personalidad de este hombre sorprendentemente resucitado por Dios. Recogieron su palabra no como el recuerdo de un difunto que ya pasó, sino como un mensaje liberador confirmado por el mismo Dios y pronunciado ahora por alguien que vive en medio de los suyos. Reflexionaron sobre su actuación, no para escribir una biografía destinada a satisfacer la curiosidad de las gentes sobre un gran personaje judío, sino para descubrir todo el misterio encerrado en este hombre liberado de la muerte por Dios.

En las comunidades de origen judío reconocieron en Jesús al Mesías (el Cristo). Y fueron expresando su fe en Jesús como Cristo atribuyéndole títulos de sabor judío (Hijo de David, Hijo de Dios, Siervo de Yahvéh, Sumo Sacerdote). En las comunidades de cultura griega, naturalmente, se expresaron de manera diferente. Vieron en Jesús al único Señor de la vida y de la muerte, reconocieron en Él al único Salvador posible para el hombre y le atribuyeron títulos de sabor griego (Imagen del Dios invisible, Primogénito de toda la creación, Cabeza de todo).

De maneras diferentes, todos proclamaban una misma fe: en este hombre Dios nos ha hablado. No se le puede considerar como a un profeta más, portavoz de algún mensaje de Dios. Este es la misma Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 14). En este hombre Dios ha querido compartir nuestra vida, vivir nuestros problemas, experimentar nuestra muerte y abrir una salida a la humanidad. Este hombre no es uno más. En Jesús, Dios se ha hecho hombre para nuestra salvación.