•sábado, abril 10, 2010
¡Cuántas veces soy Tomás!
Tomás razonaba con lógica, la lógica humana tan lejos de Dios. ¿Cómo era posible que hubiesen visto al Maestro? hacía tan sólo unos días que lo habían visto con sus propios ojos muerto, destrozado en la Cruz.

Son tantas las veces en las que, yo como él, dudo de Tí, Señor. En las que me pregunto si no será todo esto una locura y yo una loca más dentro de ella. Pero entonces vienes a pedirme que meta mi dedo en Tu Llaga, como hiciste con él. Te haces visible en mi vida, palpable. Entonces vienes a preguntarme que ¿cómo puedo dudar de Tí? Si has sido mi fuerza, mi aliento, esa Mano que siempre tiene la mía cogida para que no caiga; y cuando he caido has tirado de mí con fuerza.

Si, Dios mío, hoy desde aquí, quiero pedirte nuevamente que nunca me sueltes de Tu Mano. Y que me ayudes a no ser Tomás, pero que si lo soy, me muestres Tu Llaga para que se abran mis ojos. 
|
This entry was posted on sábado, abril 10, 2010 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

0 comentarios: